La lógica
en tiempos del cólera
¿Y si
las decisiones políticas fueran simplemente un error de lógica?
Razonamientos
polacos
El polaco
Adam Przeworski acuñó la definición más contundente de democracia de todos los
tiempos cuando dijo que ésta era “la institucionalización de la incertidumbre”.
Es de esos teóricos polacos que nadie los entiende y son considerados viejos
locos hasta que alguien los traduce a otro idioma, aunque sea al español, y
quizá por eso, al polaco Zamenhoff le dio por inventar el esperanto. Tal vez por
eso somos tan católicos, todo lo que sabemos de Polonia es que Hitler la
invadió y que regaló al mundo un papa, que fue por cierto como una papa
caliente que ayudó a que en este mundo ya sólo exista un polo, no sabemos si el
positivo o el negativo, pero sólo uno quedó, y por eso aquí, ya no se mueven
más cierto tipo de brújulas. Hasta podría sugerirnos que la palabra Polonia
venga de “polo”, lo cual parecería una idea muy del polaco Copernico, o bien de
“polémica”, pero no, tampoco. La cuestión aquí, es que la definición dada al
principio va de acuerdo a la historia de un país que ha tenido prácticamente
todos los sistemas de gobierno conocidos a lo largo de sus mil años de historia.
Prseworsky
lo que descubrió es que las elecciones eran encrucijadas en ciertos momentos,
que ponían entre la espada y la pared a los pobres electores que tenían
aspiraciones socialistas y que finalmente al aceptar elegir, terminaban
paradójicamente aceptando que no podían elegir el socialismo. Una paradoja
contundente pero cierta, primero en Europa y luego en América Latina. La
situación genera tantos encontrones que finalmente el voto acaba siendo casi un
hecho aleatorio. Así, el ejercicio democrático equivale aparentemente a echar
un volado. Los grandes teóricos no son tan finos como parecen, normalmente se
mueven en manadas y Prseworski tenía una banda, casi un sindicato, llamado
Grupo de Septiembre, donde destacaba Jon Elster que no era polaco, pero tampoco
poco. La cosa es que a este pequeño grupo se le ocurrió decir que las cosas no
eran como se habían entendido hasta entonces, que nada de que la sociedad
determina al individuo, sino que al revés. La suma de individuos constituyen la
sociedad, y en los individuos existen hechos de decisión aleatoria que no son
razonados ni basados en información suficiente. En un santiamén mandaron a
freír espárragos a todo el estructural funcionalismo, darwinismo social y todo
lo semejante y destacaron la importancia del individuo en la teoría de la
decisión racional aplicando la teoría de juegos para defender la parte no
religiosa del marxismo. Con esto se decía que las decisiones colectivas eran la
suma de las decisiones individuales y no al revés. Dentro del cajón de sastre
de esta banda está la célebre paradoja del prisionero, la cual dice que si hay
dos prisioneros A y B, el resultado judicial dependerá de sus declaraciones. Si
A culpa a B, o B a A, ambos resultan responsables. Pero si ninguno culpa al
otro los dos saldrán libres. Socialmente esta última solución es la más
efectiva pero casi nunca ocurre pues la gente ve por su propio beneficio.
Los
prisioneros de la paradoja no tienen información de las consecuencias de sus
decisiones, entonces sus elecciones resultan prácticamente aleatorias con lo
cual no sumarán al bien común. En esto puede resultar es la democracia,
decisiones aleatorias que se nos presentan como si fueran razonadas, por eso
son la institucionalización de la incertidumbre. En árabe Azhar y Azar son la
misma cosa. El azar es una flor. Las personas no votan necesariamente por quien
les convenga, sino que votan emocionalmente, basadas en la escasa información
que les presenta. Y el conducto por el que fluye la información normalmente el
día de hoy es por televisión. Los electores son prisioneros de las malas
decisiones tomadas colectivamente, pues cada uno vota por su propio bien, sin
entender que si todos votaran por el bien del otro, todos saldrían beneficiados.
Falacias
Homo videns
Ya
Sartori ha examinado que el fenómeno de la televisión es parte de una evolución
a un ser humano en el que las imágenes son cruciales en su conducta que lo
llevan hacia un homo videns.
Básicamente la televisión, y la prensa amarilla, se encargan de tergiversar la
lógica. Toda la percepción política de los ciudadanos homovidens, se basa en la
destrucción sistemática que hace “la crítica política” a la lógica, no a la
lógica política, sino a la lógica pura. Eso es la propaganda, un razonamiento
sustraído de su lógica. La transgresión a la lógica es la base de la propaganda
televisiva. En el derecho civil se define el concepto de “dolo bueno” al dolo
propagandístico. Las falacias no están penadas por la ley. Son eficientes pues
son simples y rápidas y con pretexto de que el tiempo en televisión es caro, en
un minuto pueden convencer al incauto. La fuerza de la televisión se basa en
que a veces es más fácil comprender un razonamiento falaz que uno de
construcción lógica impecable. Las discusiones políticas normalmente van
empañadas por falacias lógicas, esta clase de razonamientos son construcciones
lógicas equivocadas con vicios de razonamiento. Los teóricos de la
argumentación lógica las han examinado y clasificado y en cada momento vemos
como se aplican en la mercadotecnia electoral de todos los colores. Veamos
algunas.
Falacia
ad baculum o si llega al poder pierdes tu empleo
O
razonamiento por la fuerza, es el que aplican a veces en las oficinas de
gobierno de cualquier nivel o partido, o en organizaciones diversas donde
apelando a lo físico o lo moral, se establece el miedo a la desobediencia
electoral porque de desobedecer ya no recibirá algún beneficio, considerando el
mismo trabajo como un beneficio y no un acuerdo económico.
Falacia
de circulo in probando o gracias al partido está en el poder el partido
Perogruyada,
petición de principio o falacia cartesiana. Es muy socorrida por la propaganda
política. Consiste en demostrar algo con su misma consecuencia. Por ejemplo, si
digo que votar por el partido A es lo mejor porque ha habido alternancia
política, es una petición de principio pues está dicho partido precisamente
porque ha habido esa alternancia.
Falacia
ad consequentiam o “es un peligro”
Es la
falacia que consiste en atribuir consecuencias a un razonamiento de elección. A
la elección de un voto se le contrapone que consecuencias podría tener que
ganará la persona por la que se vota. Al elector se le impide razonar que todo
encierra un peligro, incluso (y a veces sobretodo) las decisiones correctas.
Falacia
ecológica o en Méjico subió el ingreso durante el gobierno de X o Y
No tiene
nada que ver con la ecología biológica, también se llama falacia por división.
En términos técnicos, es la asignación del promedio a los distintos grupos que
componen el total sin considerar el tamaño de las desviaciones. Ocurre cuando
tratamos de asignar por ejemplo el promedio del ingreso a toda la población,
sin considerar que subió el ingreso de unas cuantas personas estrepitósamente e
incluso disminuyó el de un gran grupo pero en promedio se obtuvieron mejoras.
El discurso de los políticos está lleno de estas falacias.
Falacia
ad hominem o el otro era priísta (o cualquier otra asignación)
Es la más
famosa de todas, consiste en descalificar al debatiente sin atender al
argumento. Así, si un candidato dice basado en argumentos económicos que
propone un tren que vaya de Yucatán a Tijuana. Pueden decir que el pertencía a
las juventudes priístas, o hitlerianas o que es del muro, etc. Al descalificar su comportamiento logran
descalificar de modo muy económico cualquiera de sus razonamientos siendo que
el comportamiento y el razonamiento deberían ser independientes para el
observador (y no para el razonante).
Falacia
ad ignoantum o nadie ha demostrado eso
Utiliza
el hecho de que a falta de datos para negar algo se debe dar por verdadero. Por
ejemplo, si existe la acusación grave a un candidato en vez de recurrir a
argumentos legales, se sostiene que no está demostrado porque no ha ocurrido
ningún hecho relacionado con la verdad de ese argumento, sin considerar que
muchas veces los políticos controlan el “flujo de la verdad”.
Falacia
ad populum o el 101% prefiere a X o Y
Se
utiliza la opinión de las personas como argumento. Además la opinión puede ser
cierta o no. Entran en este tipo de falacias aquellas que dicen que cierto
grupo está muy contento con el desempeño de X o Y en tal puesto, como si un
gobernante tuviera por propósito dejar contento a un grupo y no a todo un
pueblo.
Falacia
post hoc o ya ven que con el gobierno de X o Y el cambio climáticos se ha
acrecentado
Esta
falacia consiste en asignar a fenómenos que tienen el mismo movimiento
variacional una causa efecto pero que no guardan relación entre sí sino con un
tercer factor. Esta falacia es de las favoritas de la televisión pues con un
poco de ingenio por el usuario de la misma, puede incluso, pasar por
científica. En estadística a esto se le llama relación espuria. Los estadisticos
buscan no aplicarla, pero los estadistas hacen lo contrario. Por ejemplo, es
muy fácil asignar a un gobierno de un periodo que equivale con el cambio
climático los cambios en la agricultura, cuando esos cambios hubieran ocurrido
independientemente del hecho pues dependen de un fenómeno global.
Falacia
tu quoque o ellos también roban ligas.
La
persona que hace el razonamiento indica que su oponente también hace lo que
critica. Esta es una de las falacias favoritas de la televisión que al decir
que los candidatos son iguales, realmente lo que dicen es que el candidato
ofrecido no es peor a los otros pues el otro hace las mismas cosas
“inadecuadas” que se le pueden endilgar al ofrecido. La presentación de los
famosos casos de corrupción videada que hicieron caer a políticos inmaduros son
son parte de esta argucia. El público asimila la falacia concediendo que robar
cualquier cantidad es igual.
Falacia
de suma cero o si le siguen dando subsidio a los viejos se van a acabar el
dinero
Una
falacia muy común en la economía es la de suma cero donde se nos dice que el
total de una variable permanece constante. Quizá sea una ampliación de la ley
de la conservación de la masa pero que no necesariamente aplica en la economía.
Por ejemplo, ser enemigo del subsidio implica la creencia de que ese dinero
debería dedicarse a cosas “productivas” sin considerar que ese dinero regresa a
la economía y sólo representa una reasignación, no la creación de dinero.
Falacia
ad verecundiam o el FMI dice que esas políticas son incorrectas
Este es
el conocido argumento de autoridad que se usa cuando a falta de argumentos lógicos
simplemente se cita una conclusión supuestamente autorizada pero quitándole el
razonamiento que la produjo –si es que hay alguno- y por el prestigio de la
persona que lo dice se da por cierta. Como cuando se cita a organizaciones de
empresarios, líderes de opinión, instituciones, científicos o revistas que han
dado alguna opinión del estigmatizado, pero al quitar el argumento lo más
probable es que se descontextualice.
Hay
decenas más de ejemplos de distintos tipos de falacias que usan contra sus
oponentes, los políticos de todos los niveles y todos los colores, quienes
buscando formas enganchar que sean económicas para el cerebro del público los
llevan a dañar la lógica. La ventaja que obtienen es que si bien plasmar una
falacia es muy simple y se puede llevar visualmente o por razonamientos muy
básicos que tienen a hacer los comentaristas de televisión, deshacerla es un
proceso complejo que requiere análisis, discusión y polémica, lo cual no harán
todos los electores, quedando así una huella permanente y dejando que gane el
que más posibilidades tiene de filtrar falacias.
Epidemia
de ilógica
El
razonamiento falaz tiene la particularidad de que es epidémico y esto le quita
un poco lo azaroso. Como el razonamiento falaz es muy fácil de digerir causa un
efecto placentero en quien lo recibe. Es el clásico “ah, ya entendí porque” o
“oh, que interesante”, aunque realmente vaya inmiscuido un pensamiento que ni
entiende y ni siquiera es interesante. Entonces estas falacias van llenando
vacíos mentales en la gente y actúan como líquidos llenando vasos. Cada espacio
carente de razonamiento en la mente, busca ser llenado con algo aunque sea
falaz.
Por eso
la televisión nos gobierna y la democracia estaría instaurada una vez que se le
regresara a la lógica su imperio.
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